ANTEPROYECTO LAS CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DIGITALES
DELIMITACIÓN
DEL TEMA
Las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales: “Concursos de
Cuentos, poemas y novelas breves,
como instrumentos de fomento de la lectura digital, en los adolescentes y
jóvenes”
OBJETIVO
GENERAL: Concientizar a las autoridades educativas, docentes,
padres de familias y a los adolescentes y jóvenes estudiantes, la problemática
que hoy en día representa la falta de cultura en la lectura. Así como informar
los riesgos que se corren, al convocar que participen en concurso de escritura
de cuentos cortos, poemas y novelas cortos, limitando al participante en
proporcionar cuanto números de caracteres o palabras debe contener su escrito.
OBJETIVOS
ESPECIFICOS:
-Informar a las autoridades
educativas el mensaje que envían indirecta o directamente a los estudiantes, sobre
el fomento en la lectura, convocando a que participen en realizar cuentos,
poemas y novelas cortos.
-Indagar los motivos de la
perdida de la cultura por la lectura
-Concientizar el mal uso que
proporcionan a las humanidades digitales los adolescentes y jóvenes.
-Especificar el riesgo que se
corre en continuar fomentando en los alumnos escriban cuentos, poemas y novelas
cortos, en esta era digital.
MARCO TEÓRICO
ANTECEDENTES
El origen y
naturaleza del término Humanidades Digitales (Digital Humanities)
se sitúa en la publicación en 2004 de A Companion to Digital Humanities editado
por Susan Schreibman, Ray Siemens y John Unsworth. Al proponerla pretendían
ampliar el campo de visión en su mirada al fenómeno digital en las humanidades
frente a un énfasis instrumental más centrado en el propio texto (Svensson,
2009). Svensson (2009: 9) apunta a que Humanidades Digitales ―suggests a
broader scope and it is also used in wider circles as a collective name for
activities and structures in between the Humanities and information
technology.‖ Davidson (2008) ilustra la transición de Humanities Computing a
Digital Humanities a través de la analogía 2.0: Humanities Computing es
a la Web 1.0 lo que Digital Humanities es a la Web 2.0, un cambio hacia
más ―networked, interactive, collaborative Humanities 2.0‖ (Davidson, 2008:
709).
¿Qué son las
Humanidades Digitales?
es una cuestión
recurrente que todavía ocupa buena parte de los debates teóricos en el campo.
Es en la
transdisciplinariedad y la creatividad que permite la intersección de la tecnología
con el acervo de conocimientos y prácticas en ciencias sociales y humanidades
donde podremos realizar avances en el conocimiento que aporten respuestas
actuales a los retos que afronta la sociedad. La reflexión sobre la naturaleza
de las Humanidades Digitales también se ha llevado a cabo a través de diversos
manifiestos. Destacan: The Digital Humanities Manifesto 2.0 (Presner et
al., 2009) y el Manifesto for the Digital Humanities (Dacos, 2011;
realizado durante THATCamp Paris 2010). The Digital Humanities Manifesto 2.0
(Presner et al., 2009) subraya algunas características definitorias
de la Humanidades Digitales:
● Interdisciplinariedad,
transdisciplinariedad, multidisciplinariedad.
● Apertura (openness),
en sus múltiples extensiones: fuentes abiertas (open source), recursos
abiertos, licencias abiertas, entre otras.
● Replanteamiento de las
normas de copyright y propiedad intelectual promoviéndose licencias
alternativas (por ejemplo, Creative Commons).
● Redefinición de las
comunidades de investigación y sus límites.
● Reequilibrio en las
relaciones entre maestros y discípulos.
●
Compromiso e impacto social.
Rojas
(2013) señala de forma certera el espíritu al que nos referimos: ―Las
Humanidades Digitales, [...], son también una serie de valores y prácticas
sociales que incrementan el sentimiento de pertenencia a una comunidad y forjan
un determinado ethos según los patrones de la colaboración, el acceso
abierto y la transparencia (openness) (Spiro, 2012).
LA INVESTIGACIÓN EN
HUMANIDADES DIGITALES
Nadie
puede negar el impacto de la cultura digital sobre la investigación científica
en los últimos años, un hecho que resulta desconcertante y sirve de inspiración
a la vez. Mi experiencia personal sale del campo de las ‗Humanidades
Digitales‘, un campo en auge que en parte surge de la ya histórica ‗informática
humanística‘ con raíces en los años cincuenta, y que se une con (y a veces se
enfrenta a) otras áreas científicas interesadas en los efectos de la tecnología
digital. Estas áreas comprenden desde los estudios de la comunicación o los
estudios de cultura digital hasta los nuevos medios, la documentación, la
investigación en multimedia, la cibercultura ye-Research. Las
Humanidades Digitales son un área científica que ha pasado de ser un espacio
para la experimentación tecnológica en aplicaciones literarias y lingüísticas,
empleando bases de datos, análisis de texto electrónico o sistemas de marcación
digital (por nombrar solo tres ejemplos), a ser un campo que abarca casi todas
las áreas tradicionales y emergentes de las humanidades(aunque todavía con
distintos niveles de penetración), que se aprovecha de cualquier innovación
tecnológica aplicable a la ciencia (por ejemplo: la literatura digital, las
bibliotecas digitales, el análisis geoespacial de lugares históricos, técnicas Big
data para explorar archivos agregados, pedagogía digital o el análisis de
redes sociales) y que funde procesos de creación y construcción/representación
con una reflexión amplia y profunda
sobre los efectos de la tecnología en la enseñanza y la investigación
científica.
Por
otro lado, los investigadores en temas digitales a veces han tenido dificultad
a la hora de crear una visión científica integrada que fusione aspectos
prácticos y teóricos, y que sepa responder ante las necesidades actuales de
investigadores en ciencias sociales y humanidades. Se escuchan reacciones a
veces polarizadas en las instituciones académicas ante estas transformaciones
digitales: por eso, el papel de las humanidades es mediar entre el mundo
tecnológico y las humanidades, evitando tanto el tecno-positivismo y el fervor
dogmático por lo nuevo, como el rechazo frontal a cualquier innovación
que pueda afectar a una cultura científica que en algunos aspectos empieza a
oxidarse.
La investigación en
Humanidades Digitales en el mundo castellano hablante no siempre ha recibido la
atención que merece, y la ausencia de representación formal ha sido un factor
significativo en su falta de visibilidad internacional, pero ahora la
existencia de dos asociaciones, Humanidades Digitales Hispánicas (HDH)4
y RedHD5, ayuda a fomentar el campo en lengua castellana, y a avanzar en
los debates sobre su estatus en España e Hispanoamérica. Quizás lo que más urge
en estos momentos son publicaciones formales que contribuyan al desarrollo de
la disciplina a nivel científico en todas sus dimensiones, por lo que es muy
importante la publicación de libros como este, enfocado en e-Research e
investigación en colaboración, pero que abarca en realidad muchos aspectos
teóricos y prácticos de las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales.
Pese a que
el uso del sintagma Digital Humanities cuenta ya con una larga
trayectoria, ha sido en los últimos años cuando este ha experimentado una
auténtica eclosión; una eclosión global, que ha estado unida a la emergencia de
una miríada de grupos, asociaciones, proyectos e iniciativas, de amplísima
distribución territorial, que se amparan bajo esta etiqueta. España no ha sido
una excepción; la Sociedad Internacional de Humanidades Digitales Hispánicas
(HDH)7, constituida en agosto de 2012, es la respuesta, en primer lugar, a una
necesidad de legitimación institucional; y en segundo lugar, a un deseo de
acordamiento con lo que acontece en el escenario internacional.
CONCEPTUALIZACIÓN
Las
Humanidades Digitales van más allá de la aplicación y uso de una serie de
tecnologías, recursos y sistemas digitales. Lo que define, pues, las
Humanidades Digitales frente al conjunto de disciplinas humanísticas que utilizan
herramientas tecnológicas es la búsqueda de nuevos modelos interpretativos,
nuevos paradigmas disruptivos en la compresión de la cultura y del mundo.
Corolario lógico: las Humanidades Digitales no implican hacer cosas de modo distinto
con la asistencia de la tecnología, sino pensar el mundo de manera diferente a
través de las especificidades que definen el medio digital y el pensamiento
computacional. Quedarnos en lo primero supondría estar avanzando hacia una
tecnologización de las Humanidades, lo cual se encuentra en el polo inverso de
lo que, según mi punto de vista, constituye su fundamento real y su relevancia
como agente de transformación sociocultural y política: la inclusión crítica
del pensamiento humanista en la construcción tecnológica y digital de nuestro
mundo. Por tanto, el compromiso de las Humanidades Digitales y, por ende, del
humanista digital no se establece con el desarrollo tecnológico, sino con el
Hombre, materializando así una vuelta a la esencia del Humanismo.
Las
Humanidades Digitales se definen también por formar parte de un espíritu de
época –de nuestra época–, que toma consciencia plena del radical proceso de
transformación cultural, social y epistemológica en el que nos encontramos; y
por interiorizar una actitud que asume como irremediable el resquebrajamiento
de los modos que hasta ahora habían primado en los procesos de acceso,
producción y distribución del conocimiento. Así, las Humanidades Digitales
apuestan decididamente por la hibridación, los saberes múltiples, el
conocimiento abierto y compartido, la convergencia de los entornos formales e
informales, el pensamiento transdisciplinar, la transmedialidad, la
cros-culturalidad, la colaboración en los márgenes disciplinares, la experimentación
creativa, el riesgo del error… Una concepción que entra en contradicción con la
constitución y funcionamiento de nuestro sistema académico contemporáneo. En
consecuencia, las Humanidades Digitales, que nacen precisamente en un contexto
académico, llevan en sí el germen de su propia contradicción, al participar en
la elaboración de un pensamiento y de una actitud que son por naturaleza
anti-académicos. Esta circunstancia provoca una tensión no resuelta, que
convierte al humanista digital en un equilibrista que trata de vivir al mismo
tiempo en dos mundos que se rigen por lógicas de funcionamiento distintas. Por
otra parte, la creciente institucionalización de las Humanidades Digitales, si
bien necesaria para su legitimación y visibilidad, puede acabar provocando un
nuevo academicismo en su seno, que al final subvierta el espíritu que las
anima. Quizá, la única solución posible sea esta que tomo de Fernando Marías:
―… mirar con ojos nuevos, con todo el riesgo que ello pueda suponer, casi funambulismo
sin la red del grupo de autoridad, la realidad que en cada momento y a cada
generación se nos presenta‖8. Esto es: asumir, sin más, el riesgo de romper
nuestras ataduras con el sistema.
El
desarrollo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX de las tecnologías de la
información y la comunicación (en adelante, TIC) ha transformado profundamente
la sociedad, la academia y las formas de generación de conocimiento. Subrayemos
dos grandes hitos: la creación de Internet en los años 70 y la invención de la
Web, a finales de los años 80 (Berners-Lee, 1997, 1999). A principios del siglo
XXI la proliferación de servicios en línea, englobados dentro de la conocida
como Web Social o Web 2.0 (O'Reilly, 2005), unida al desarrollo de dispositivos
cada vez más autónomos y portables, ha representado un paso significativo en el
proceso de socialización de estas tecnologías.
El
indiscutible impacto social de este fenómeno ha transformado significativamente
el ejercicio de las ciencias sociales y las humanidades, las cuales viven un
tiempo de redefinición, cuestionamiento y puesta en valor en un contexto social
muy mediatizado por las tecnologías digitales. El análisis de este impacto se puede abordar desde
diversos ángulos: por ejemplo, centrándonos bien en las formas de comunicación
e interacción de los investigadores (por ejemplo, la colaboración y
comunicación entre académicos) o bien en las vías de conexión entre universidad
y sociedad (por ejemplo, mediante la adopción de innovadoras formas de
transmisión del conocimiento). Asistimos también a una transformación de las
metodologías y al surgimiento de nuevos problemas y conflictos sociales ante
los cuales la academia debe aportar respuestas críticas.
Una mirada
desde las ciencias sociales: la e-Investigación (e-Research)
Wouters y
Beaulieu (2006) desarrollan el concepto de e-Research destacando algunos
rasgos de la incorporación de las TIC a las ciencias sociales y humanidades.
Entre ellos:
● La transversalidad del
fenómeno, que implica a todas las disciplinas y tecnologías;
● La transformación de las
prácticas epistémicas de los científicos sociales; y
● La idea
de que las tecnologías, digitales o no, pueden ayudar a mejorar las prácticas
de los científicos en las ciencias sociales y humanidades.
Según
Jankowski (2009), el término e-Research se puede entender como el
sucesor de la noción de Ciberciencia. El término no se centra
principalmente en ordenadores para el procesamiento de un gran volumen de
información, sino en la incorporación de una amplia variedad de nuevos medios y
redes electrónicas en el proceso investigador. Jankowski (2009: 7) propone la
siguiente definición: ―a form of scholarship conducted in a network environment
utilizing Internet-based tools and involving collaboration among scholars
separated by distance, often on a global scale. Algunas características
principales de esta aproximación serían:
● Un incremento en el grado
de informatización del proceso investigador, generalmente implicando las
ventajas del trabajo en red.
● Una confianza en
estructuras de organización virtuales basadas en redes para llevar a cabo la
labor investigadora. Se incrementa además el nivel de colaboración entre
investigadores en el ámbito internacional a través de, por ejemplo,
colaboratorios.
●
El desarrollo de herramientas basadas en Internet, facilitando muchas fases del
proceso investigador, desde la recogida de datos, su procesamiento y análisis o
la publicación y divulgación de resultados tanto a través de medios formales
(por ejemplo, con el desarrollo de las revistas digitales, especialmente las de
acceso abierto) como de medios no tradicionales (por ejemplo, blogs
académicos).
● El
desarrollo de instrumentos de visualización de la información con el fin de dar
sentido a los grandes volúmenes de datos que se manejan.
LA
JIBARIZACION DEL PENSAMIENTO
La brevedad y la simplicidad se
han instalado en el intelecto moderno y se diría que no dejan lugar al razonamiento
complejo y elaborado. Incluso los documentos que hoy provocan o favorecen
importantes reacciones sociales asombran por su sencillez y minimalismo. Ahí
está el folleto Indignaos, de Stephane Hessel, que arrasó en audiencia y ventas
primero en Francia y luego en España, hasta el punto de que algunos lo
consideran el desencadenante del movimiento de los indignados y el 15-M. Apenas
32 páginas en su edición original que, sin desmerecer los principios que
promueven y su objetivo movilizador y mucho menos la dilatada trayectoria del
autor, no incluyen ninguna información especial no razonamiento novedoso, se
inspiran en un discurso de años atrás y se basan en tres entrevistas que Hessel
concedió a la periodista Sylvie Crossman. Es verdad que en la historia de la
humanidad ha habido documentos y publicaciones breves que han desencadenado
grandes acontecimientos. Ahí está el Manifiesto
comunista, de Marx y Engels, pero, a diferencia de Indignaos, el ideario del Manifiesto era absolutamente innovador y
revolucionario en el panorama intelectual de su tiempo.
Basta mirar a nuestro alrededor
para comprobar el culto a la brevedad en todos los productos culturales. Los
grandes medios han ido disminuyendo sus suplementos literarios-The Washinton Post llegó a suprimir su
suplemento Bookworld-; las reseñas y
críticas literarias son prácticamente sinopsis, y las profundas de New Left Review o El Viejo Topo son una excepción.
Hace unos años una editorial
sacó una colección de cuentos para niños entre los que se encontraban títulos
como: Cuentos para contar en un minuto, Cuentos para contar en un minuto y
medio y Cuentos para contar en dos minutos. Las editoriales se han lanzado a
preparar lecciones de textos breves y no quieren oír hablar de propuestas de
libros de más de trescientas páginas.
LLEGA
INTERNET
La llegada de internet ha
tenido un gran impacto en la consolidación de esta forma de pensamiento
superficial y jibarizado. ˂˂Docenas de estudios a cargo de psicólogos,
neurobiólogos, educadores y diseñadores web apuntan a la misma conclusión:
cuando nos conectamos a la Red, entramos en un entorno que fomenta una lectura
somera, un pensamiento apresurado y distraído, un pensamiento superficial˃˃. Las
claves que determinan si vamos a recordar algo o sí, por el contrario, lo
olvidaremos pronto son la atención y la concentración que le hayamos dedicado;
los paseos apresurados y precipitados por internet deslizándonos por la
superficie de textos y más textos no crean conocimientos que terminen fijados
en nuestra formación.Como señala el dramaturgo Richard Foreman, estamos creando
la generación que él domina pancake
people, asimilando nuestra nueva forma de adquisición de información y
conocimientos al pancake, ese pan en forma de oblea, es decir, superficial y
extenso.
El resultado es que prácticamente
ha desaparecido la figura del intelectual como referente ético de la sociedad,
al menos no existe con el grado de trascendencia que pudieron tener en el siglo
pasado Bertrand Russel, Sartre, Camus, Primo Levy u Ortega y Gasset.
Hoy las redacciones piden a un
premio Nobel que se limite a tres mil caracteres. Es frecuente que a muchos
profesionales nos llamen para ir a lugares a quinientos o setecientos
kilómetros para dar una charla de ¡quince minutos!
Esta jibarización explica el
triunfo arrollador de la red microblogging Twitter, que limite los mensajes a
140 caracteres y ya cuenta con 500 millones de usuarios en el mundo. El premio
Ortega y Gasset de Periodismo 2012, fue para la periodista Carmela Ríos por
seguimiento del 15-M.. a través de Twitter. Los medios tradicionales más
prestigiosos tienen varias veces más seguidores a través de esa red que el
número de ejemplares de su edición impresa. O, dicho de otra forma, por cada
lector de reportajes amplios y en papel tienen tres que quieren mensajes de 140
caracteres.
En la red, las informaciones y
los contenidos se abrevian o se descuartizan en trozos para que tengan éxito.
La capacidad de atención del usuario del internet está tan reducida que los
emisores acortan sus contenidos para adaptarse a esa minusvalía de
concentración dominante y para mejorar su posición en los motores de búsqueda.
En otros casos, como sucede en YouTube, un portal ofrece gratis greaming de programas de televisión y
películas de cadenas de televisión estadounidenses, los documentos se
fragmentan para colgar algunos de ellos en internet. Igual sucede con los
programas de radio que suben a la red podcasts o streams de fragmentos.
Formación
de los humanistas y los científicos sociales
¿Debe el académico
digital ser capaz de programar? ¿Debe ser capaz de gestionar la propia difusión
del proyecto por vías no tradicionales de comunicación académica? ¿Imaginamos a
un investigador en humanidades o en ciencias sociales con una formación en
informática o en marketing? Sin duda la formación de los humanistas digitales,
incluyendo de nuevo bajo este sintagma una visión amplia que incluye también a
las ciencias sociales, se hace más compleja y transversal. Todos conocemos
perfiles en nuestras universidades y centros de investigación que combinan este
conjunto de saberes y competencias en principio heterodoxos desde la
perspectiva de la concepción más cerrada de las carreras académicas que ha
imperado hasta el momento.
Uno de los debates más
recurrentes estriba en si el académico digital debería ser capaz de programar
su propio software. Las posturas difieren, por ejemplo, Ramsay (2011) considera
que programar debe ser un requisito básico, mientras que para Hayles (2012)
bastaría con que el investigador fuera capaz de comunicarse de forma efectiva
con los programadores o investigadores de perfil técnico. Para Juan Luis Suárez
(2013), director del CulturePlex Lab en la University of Western Ontario, un
currículo basado en Humanidades Digitales, debería perseguir los siguientes
objetivos:
·
Alcanzar un alto nivel de alfabetización digital.
·
Desarrollar habilidades de programación mediante la realización de
proyectos.
·
Fomentar la colaboración y la creatividad como formas de adaptar
las prácticas humanísticas al entorno social.
·
Gestionar proyectos.
·
Comunicarse con la sociedad para alcanzar el mayor impacto
posible.
Tal y como expone Suárez, el
abordaje de las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales por parte de los
investigadores exige una formación que afronte no solo las competencias de
programación, sino que también incluya habilidades comunicativas, capacidad de
gestionar proyectos y una propuesta de alfabetización digital en un sentido
amplio.
Generación
colectiva de conocimiento
Las
plataformas digitales empleadas en investigación permiten coordinar los
esfuerzos de los académicos permitiendo un intercambio de información
continuado y generando productos que son más sencillos de utilizar, más
accesibles y más fáciles de buscar, compartir y explotar. De acuerdo con
Burdick et al. (2012), el empleo de estos medios no es puramente
instrumental, sino que afecta al modo en el que el conocimiento se genera, a su
epistemología. Una de las características principales es la redefinición del
concepto de autoría: la obra colectiva se impone frente a la concepción
tradicional, especialmente marcada en las humanidades, del autor trabajando de
forma aislada para crear un producto fruto principalmente de sus lecturas,
inspiración y genio.
Wuchty
et al. (2007) muestran evidencias de la existencia de un incremento
apreciable a lo largo de las últimas cinco décadas en el número de artículos
publicados por equipos de autores frente a autores solitarios. Esta tendencia a
colaborar se ve reforzada por el empleo de medios tecnológicos que permiten
agregar contribuciones de diversos autores.
El caso más claro
y extremo que sirve de ilustración a la autoría colectiva es Wikipedia:
cualquier contribución realizada por cualquier usuario se puede determinar con
exactitud a través del historial que guarda el sistema, sin embargo; cada
artículo es fruto en apariencia de una comunidad indeterminada, de un autor
global. Ello no es posible únicamente por la existencia de un software que
proporcione el conjunto de posibilidades adecuado, sino principalmente porque
las licencias con las que se construye la enciclopedia responden a un modelo abierto
que alienta la creación colectiva, en concreto, la licencia Creative Commons12
– atribución, compartir igual. Este tipo de licencias está en la
base de muchos proyectos colectivos y de las revistas de acceso abierto. Se
pueden distinguir tres dimensiones principales en las que el trabajo del
académico digital se ve afectado:
Acceso y procesamiento de la
información: la suscripción a contenidos; la gestión de alertas; las
recomendaciones sociales; la participación en redes sociales académicas; la
curación de recursos; etc.
Generación de conocimiento:
el empleo de wikis o documentos compartidos en la nube; puesta en práctica de
valores de ciencia abierta y de e-Research; formas de innovación
abierta; etc.
Diseminación
del conocimiento: la publicación en revistas electrónicas; el empleo de
repositorios abiertos; la aplicación de políticas de acceso abierto; la
divulgación a través de blogs, vídeos o podcasts académicos; el
establecimiento de conexiones en redes sociales; etc.
La generación colectiva
de conocimiento, unida a la aplicación de políticas de acceso abierto
contribuyen a fomentar la innovación abierta (Chesbrough, 2006).
CONCLUSIONES
Nadie deberá pensar que vamos
a negar el gran avance que ha supuesto internet en numerosos aspectos. Desde el
ámbito de la educación hasta el de la comunicación entre las personas y, por
supuesto, en el periodismo. Especialmente, y ese logro nunca debemos olvidarlo,
para terminar con la exclusividad informativa que tenían las grandes empresas. Hace
veinte años no encontrábamos un medio donde colocar nuestra información; ahora
lo difícil es conseguir que el medio pueda ser descubierto por lectores. En
cualquier caso, una de las paradojas a las que nos enfrentamos ante las nuevas
tecnologías, los modernos hábitos de la información y las redes sociales es
que, por muchas críticas que les señalemos, no podemos mantenernos al margen
porque nos veríamos barridos del panorama. Muy a nuestro pesar, nos vemos
obligados a jugar en un terreno enemigo y empobrecedor, pero si no lo
hiciéramos nos encontraríamos expulsados del juego directamente. Muchos autores,
por mucho que renieguen de estas redes y formatos, se ven empujados a abrir una
página en Facebook para que sus seguidores conozcan sus libros o su agenda de
actos públicos; o bien deben crear una cuenta de Twitter.
Si alguien cree que con estas
páginas pretendo que el lector abandone su tableta, sus redes sociales, su iPhone
o cualquier otro artilugio de los cuales parece que reniego, se equivoca. Mi
intención no es otra que adjuntar una especie de advertencia de efectos
secundarios, peligros de sobredosis, medidas de prevención y recomendaciones
para el buen uso.
Santiago Alba nos recuerda que
no podemos escapar de este nuevo paradigma tecnológico, que tenemos que luchar
desde él, pero conociendo qué conductas y qué percepciones nos impone cuando
nos envuelve. Debemos intentar comprender <<quiénes somos y dónde nos
movemos cuando tratamos de cambiar el mundo desde un medio -con un medio- del
que nuestra mirada y nuestros dedos son de algún modo un producto. Con el
producto que somos, tenemos que producir un nuevo mundo>>.
Considero que el usar los
productos digitales, no es malo, lo dañino es que se ha enviado un mensaje de
forma directa a los espectadores, que lean menos, que con la tecnología lo
encuentras más rápido y lo haces en menos tiempo, sin importar si tal
información es de buena calidad, o bien, no les importa hacer un análisis de la
información que han encontrado. Actualmente los estudiantes solo copian y pegan
un texto en Word, Excel o Power Point, sin saber usar las herramientas de estos
programas de Office. Ni siquiera se dan un minuto para darle formato al texto o
corregir las faltas ortográficas o gramaticales.
Esta evolución de la era
digital (influencer), es lo que hoy en día ha generado el aumento de la apatía
por la escritura y lectura en los adolescentes y jóvenes.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
R,Esteban y S. María. (2014). Ciencias Sociales y Humanidades Digitales Técnicas,
herramientas y experiencias de e-Research e investigación en colaboración
Editores: Prólogos de Paul Spence y de Nuria Rodríguez Ortega
S, Pascual. (2013). La
Comunicación Jibarizada. Ediciones Península. Barcelona.
Arcila, C., Piñuel, J.L. &
Calderín, M. (2013). La e-investigación de la Comunicación: actitudes, herramientas
y prácticas en investigadores iberoamericanos. Disponible en:http://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=40&articulo=40-2013-13
(consultado el 15 de septiembre de 2013).
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