Las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales: "Concurso de cuentos, poemas, novelas, ensayos cortos, como instrumento de fomento a la lectura digital, en los adolescentes y jóvenes"


MARCO TEÓRICO

ANTECEDENTES

El origen y naturaleza del término Humanidades Digitales (Digital Humanities) se sitúa en la publicación en 2004 de A Companion to Digital Humanities editado por Susan Schreibman, Ray Siemens y John Unsworth. Al proponerla pretendían ampliar el campo de visión en su mirada al fenómeno digital en las humanidades frente a un énfasis instrumental más centrado en el propio texto (Svensson, 2009). Svensson (2009: 9) apunta a que Humanidades Digitales ―suggests a broader scope and it is also used in wider circles as a collective name for activities and structures in between the Humanities and information technology.‖ Davidson (2008) ilustra la transición de Humanities Computing a Digital Humanities a través de la analogía 2.0: Humanities Computing es a la Web 1.0 lo que Digital Humanities es a la Web 2.0, un cambio hacia más ―networked, interactive, collaborative Humanities 2.0‖ (Davidson, 2008: 709).

¿Qué son las Humanidades Digitales? es una cuestión recurrente que todavía ocupa buena parte de los debates teóricos en el campo.

Es en la transdisciplinariedad y la creatividad que permite la intersección de la tecnología con el acervo de conocimientos y prácticas en ciencias sociales y humanidades donde podremos realizar avances en el conocimiento que aporten respuestas actuales a los retos que afronta la sociedad. La reflexión sobre la naturaleza de las Humanidades Digitales también se ha llevado a cabo a través de diversos manifiestos. Destacan: The Digital Humanities Manifesto 2.0 (Presner et al., 2009) y el Manifesto for the Digital Humanities (Dacos, 2011; realizado durante THATCamp Paris 2010). The Digital Humanities Manifesto 2.0 (Presner et al., 2009) subraya algunas características definitorias de la Humanidades Digitales:

● Interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, multidisciplinariedad.
● Apertura (openness), en sus múltiples extensiones: fuentes abiertas (open source), recursos abiertos, licencias abiertas, entre otras.
● Replanteamiento de las normas de copyright y propiedad intelectual promoviéndose licencias alternativas (por ejemplo, Creative Commons).
● Redefinición de las comunidades de investigación y sus límites.
● Reequilibrio en las relaciones entre maestros y discípulos.
● Compromiso e impacto social.

Rojas (2013) señala de forma certera el espíritu al que nos referimos: ―Las Humanidades Digitales, [...], son también una serie de valores y prácticas sociales que incrementan el sentimiento de pertenencia a una comunidad y forjan un determinado ethos según los patrones de la colaboración, el acceso abierto y la transparencia (openness) (Spiro, 2012).


LA INVESTIGACIÓN EN HUMANIDADES DIGITALES

Nadie puede negar el impacto de la cultura digital sobre la investigación científica en los últimos años, un hecho que resulta desconcertante y sirve de inspiración a la vez. Mi experiencia personal sale del campo de las ‗Humanidades Digitales‘, un campo en auge que en parte surge de la ya histórica ‗informática humanística‘ con raíces en los años cincuenta, y que se une con (y a veces se enfrenta a) otras áreas científicas interesadas en los efectos de la tecnología digital. Estas áreas comprenden desde los estudios de la comunicación o los estudios de cultura digital hasta los nuevos medios, la documentación, la investigación en multimedia, la cibercultura ye-Research. Las Humanidades Digitales son un área científica que ha pasado de ser un espacio para la experimentación tecnológica en aplicaciones literarias y lingüísticas, empleando bases de datos, análisis de texto electrónico o sistemas de marcación digital (por nombrar solo tres ejemplos), a ser un campo que abarca casi todas las áreas tradicionales y emergentes de las humanidades(aunque todavía con distintos niveles de penetración), que se aprovecha de cualquier innovación tecnológica aplicable a la ciencia (por ejemplo: la literatura digital, las bibliotecas digitales, el análisis geoespacial de lugares históricos, técnicas Big data para explorar archivos agregados, pedagogía digital o el análisis de redes sociales) y que funde procesos de creación y construcción/representación con una reflexión amplia y  profunda sobre los efectos de la tecnología en la enseñanza y la investigación científica.

Por otro lado, los investigadores en temas digitales a veces han tenido dificultad a la hora de crear una visión científica integrada que fusione aspectos prácticos y teóricos, y que sepa responder ante las necesidades actuales de investigadores en ciencias sociales y humanidades. Se escuchan reacciones a veces polarizadas en las instituciones académicas ante estas transformaciones digitales: por eso, el papel de las humanidades es mediar entre el mundo tecnológico y las humanidades, evitando tanto el tecno-positivismo y el fervor dogmático por lo nuevo, como el rechazo frontal a cualquier innovación que pueda afectar a una cultura científica que en algunos aspectos empieza a oxidarse.

La investigación en Humanidades Digitales en el mundo castellano hablante no siempre ha recibido la atención que merece, y la ausencia de representación formal ha sido un factor significativo en su falta de visibilidad internacional, pero ahora la existencia de dos asociaciones, Humanidades Digitales Hispánicas (HDH)4 y RedHD5, ayuda a fomentar el campo en lengua castellana, y a avanzar en los debates sobre su estatus en España e Hispanoamérica. Quizás lo que más urge en estos momentos son publicaciones formales que contribuyan al desarrollo de la disciplina a nivel científico en todas sus dimensiones, por lo que es muy importante la publicación de libros como este, enfocado en e-Research e investigación en colaboración, pero que abarca en realidad muchos aspectos teóricos y prácticos de las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales.
Pese a que el uso del sintagma Digital Humanities cuenta ya con una larga trayectoria, ha sido en los últimos años cuando este ha experimentado una auténtica eclosión; una eclosión global, que ha estado unida a la emergencia de una miríada de grupos, asociaciones, proyectos e iniciativas, de amplísima distribución territorial, que se amparan bajo esta etiqueta. España no ha sido una excepción; la Sociedad Internacional de Humanidades Digitales Hispánicas (HDH)7, constituida en agosto de 2012, es la respuesta, en primer lugar, a una necesidad de legitimación institucional; y en segundo lugar, a un deseo de acordamiento con lo que acontece en el escenario internacional.

CONCEPTUALIZACIÓN

Las Humanidades Digitales van más allá de la aplicación y uso de una serie de tecnologías, recursos y sistemas digitales. Lo que define, pues, las Humanidades Digitales frente al conjunto de disciplinas humanísticas que utilizan herramientas tecnológicas es la búsqueda de nuevos modelos interpretativos, nuevos paradigmas disruptivos en la compresión de la cultura y del mundo. Corolario lógico: las Humanidades Digitales no implican hacer cosas de modo distinto con la asistencia de la tecnología, sino pensar el mundo de manera diferente a través de las especificidades que definen el medio digital y el pensamiento computacional. Quedarnos en lo primero supondría estar avanzando hacia una tecnologización de las Humanidades, lo cual se encuentra en el polo inverso de lo que, según mi punto de vista, constituye su fundamento real y su relevancia como agente de transformación sociocultural y política: la inclusión crítica del pensamiento humanista en la construcción tecnológica y digital de nuestro mundo. Por tanto, el compromiso de las Humanidades Digitales y, por ende, del humanista digital no se establece con el desarrollo tecnológico, sino con el Hombre, materializando así una vuelta a la esencia del Humanismo.

Las Humanidades Digitales se definen también por formar parte de un espíritu de época –de nuestra época–, que toma consciencia plena del radical proceso de transformación cultural, social y epistemológica en el que nos encontramos; y por interiorizar una actitud que asume como irremediable el resquebrajamiento de los modos que hasta ahora habían primado en los procesos de acceso, producción y distribución del conocimiento. Así, las Humanidades Digitales apuestan decididamente por la hibridación, los saberes múltiples, el conocimiento abierto y compartido, la convergencia de los entornos formales e informales, el pensamiento transdisciplinar, la transmedialidad, la cros-culturalidad, la colaboración en los márgenes disciplinares, la experimentación creativa, el riesgo del error… Una concepción que entra en contradicción con la constitución y funcionamiento de nuestro sistema académico contemporáneo. En consecuencia, las Humanidades Digitales, que nacen precisamente en un contexto académico, llevan en sí el germen de su propia contradicción, al participar en la elaboración de un pensamiento y de una actitud que son por naturaleza anti-académicos. Esta circunstancia provoca una tensión no resuelta, que convierte al humanista digital en un equilibrista que trata de vivir al mismo tiempo en dos mundos que se rigen por lógicas de funcionamiento distintas. Por otra parte, la creciente institucionalización de las Humanidades Digitales, si bien necesaria para su legitimación y visibilidad, puede acabar provocando un nuevo academicismo en su seno, que al final subvierta el espíritu que las anima. Quizá, la única solución posible sea esta que tomo de Fernando Marías: ―… mirar con ojos nuevos, con todo el riesgo que ello pueda suponer, casi funambulismo sin la red del grupo de autoridad, la realidad que en cada momento y a cada generación se nos presenta‖8. Esto es: asumir, sin más, el riesgo de romper nuestras ataduras con el sistema.

El desarrollo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX de las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante, TIC) ha transformado profundamente la sociedad, la academia y las formas de generación de conocimiento. Subrayemos dos grandes hitos: la creación de Internet en los años 70 y la invención de la Web, a finales de los años 80 (Berners-Lee, 1997, 1999). A principios del siglo XXI la proliferación de servicios en línea, englobados dentro de la conocida como Web Social o Web 2.0 (O'Reilly, 2005), unida al desarrollo de dispositivos cada vez más autónomos y portables, ha representado un paso significativo en el proceso de socialización de estas tecnologías.
El indiscutible impacto social de este fenómeno ha transformado significativamente el ejercicio de las ciencias sociales y las humanidades, las cuales viven un tiempo de redefinición, cuestionamiento y puesta en valor en un contexto social muy mediatizado por las tecnologías digitales. El análisis de este impacto se puede abordar desde diversos ángulos: por ejemplo, centrándonos bien en las formas de comunicación e interacción de los investigadores (por ejemplo, la colaboración y comunicación entre académicos) o bien en las vías de conexión entre universidad y sociedad (por ejemplo, mediante la adopción de innovadoras formas de transmisión del conocimiento). Asistimos también a una transformación de las metodologías y al surgimiento de nuevos problemas y conflictos sociales ante los cuales la academia debe aportar respuestas críticas.


Una mirada desde las ciencias sociales: la e-Investigación (e-Research)

Wouters y Beaulieu (2006) desarrollan el concepto de e-Research destacando algunos rasgos de la incorporación de las TIC a las ciencias sociales y humanidades. Entre ellos:
● La transversalidad del fenómeno, que implica a todas las disciplinas y tecnologías;
● La transformación de las prácticas epistémicas de los científicos sociales; y
● La idea de que las tecnologías, digitales o no, pueden ayudar a mejorar las prácticas de los científicos en las ciencias sociales y humanidades.
Según Jankowski (2009), el término e-Research se puede entender como el sucesor de la noción de Ciberciencia. El término no se centra principalmente en ordenadores para el procesamiento de un gran volumen de información, sino en la incorporación de una amplia variedad de nuevos medios y redes electrónicas en el proceso investigador. Jankowski (2009: 7) propone la siguiente definición: ―a form of scholarship conducted in a network environment utilizing Internet-based tools and involving collaboration among scholars separated by distance, often on a global scale. Algunas características principales de esta aproximación serían:

● Un incremento en el grado de informatización del proceso investigador, generalmente implicando las ventajas del trabajo en red.
● Una confianza en estructuras de organización virtuales basadas en redes para llevar a cabo la labor investigadora. Se incrementa además el nivel de colaboración entre investigadores en el ámbito internacional a través de, por ejemplo, colaboratorios.
● El desarrollo de herramientas basadas en Internet, facilitando muchas fases del proceso investigador, desde la recogida de datos, su procesamiento y análisis o la publicación y divulgación de resultados tanto a través de medios formales (por ejemplo, con el desarrollo de las revistas digitales, especialmente las de acceso abierto) como de medios no tradicionales (por ejemplo, blogs académicos).
● El desarrollo de instrumentos de visualización de la información con el fin de dar sentido a los grandes volúmenes de datos que se manejan.


LA JIBARIZACION DEL PENSAMIENTO
La brevedad y la simplicidad se han instalado en el intelecto moderno y se diría que no dejan lugar al razonamiento complejo y elaborado. Incluso los documentos que hoy provocan o favorecen importantes reacciones sociales asombran por su sencillez y minimalismo. Ahí está el folleto Indignaos, de Stephane Hessel, que arrasó en audiencia y ventas primero en Francia y luego en España, hasta el punto de que algunos lo consideran el desencadenante del movimiento de los indignados y el 15-M. Apenas 32 páginas en su edición original que, sin desmerecer los principios que promueven y su objetivo movilizador y mucho menos la dilatada trayectoria del autor, no incluyen ninguna información especial no razonamiento novedoso, se inspiran en un discurso de años atrás y se basan en tres entrevistas que Hessel concedió a la periodista Sylvie Crossman. Es verdad que en la historia de la humanidad ha habido documentos y publicaciones breves que han desencadenado grandes acontecimientos. Ahí está el Manifiesto comunista, de Marx y Engels, pero, a diferencia de Indignaos, el ideario del Manifiesto era absolutamente innovador y revolucionario en el panorama intelectual de su tiempo.
Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar el culto a la brevedad en todos los productos culturales. Los grandes medios han ido disminuyendo sus suplementos literarios-The Washinton Post llegó a suprimir su suplemento Bookworld-; las reseñas y críticas literarias son prácticamente sinopsis, y las profundas de New Left Review o El Viejo Topo son una excepción.
Hace unos años una editorial sacó una colección de cuentos para niños entre los que se encontraban títulos como: Cuentos para contar en un minuto, Cuentos para contar en un minuto y medio y Cuentos para contar en dos minutos. Las editoriales se han lanzado a preparar lecciones de textos breves y no quieren oír hablar de propuestas de libros de más de trescientas páginas.
LLEGA INTERNET
La llegada de internet ha tenido un gran impacto en la consolidación de esta forma de pensamiento superficial y jibarizado. ˂˂Docenas de estudios a cargo de psicólogos, neurobiólogos, educadores y diseñadores web apuntan a la misma conclusión: cuando nos conectamos a la Red, entramos en un entorno que fomenta una lectura somera, un pensamiento apresurado y distraído, un pensamiento superficial˃˃. Las claves que determinan si vamos a recordar algo o sí, por el contrario, lo olvidaremos pronto son la atención y la concentración que le hayamos dedicado; los paseos apresurados y precipitados por internet deslizándonos por la superficie de textos y más textos no crean conocimientos que terminen fijados en nuestra formación.Como señala el dramaturgo Richard Foreman, estamos creando la generación que él domina pancake people, asimilando nuestra nueva forma de adquisición de información y conocimientos al pancake, ese pan en forma de oblea, es decir, superficial y extenso.
El resultado es que prácticamente ha desaparecido la figura del intelectual como referente ético de la sociedad, al menos no existe con el grado de trascendencia que pudieron tener en el siglo pasado Bertrand Russel, Sartre, Camus, Primo Levy u Ortega y Gasset.
Hoy las redacciones piden a un premio Nobel que se limite a tres mil caracteres. Es frecuente que a muchos profesionales nos llamen para ir a lugares a quinientos o setecientos kilómetros para dar una charla de ¡quince minutos!
Esta jibarización explica el triunfo arrollador de la red microblogging Twitter, que limite los mensajes a 140 caracteres y ya cuenta con 500 millones de usuarios en el mundo. El premio Ortega y Gasset de Periodismo 2012, fue para la periodista Carmela Ríos por seguimiento del 15-M.. a través de Twitter. Los medios tradicionales más prestigiosos tienen varias veces más seguidores a través de esa red que el número de ejemplares de su edición impresa. O, dicho de otra forma, por cada lector de reportajes amplios y en papel tienen tres que quieren mensajes de 140 caracteres.
En la red, las informaciones y los contenidos se abrevian o se descuartizan en trozos para que tengan éxito. La capacidad de atención del usuario del internet está tan reducida que los emisores acortan sus contenidos para adaptarse a esa minusvalía de concentración dominante y para mejorar su posición en los motores de búsqueda. En otros casos, como sucede en YouTube, un portal ofrece gratis greaming de programas de televisión y películas de cadenas de televisión estadounidenses, los documentos se fragmentan para colgar algunos de ellos en internet. Igual sucede con los programas de radio que suben a la red podcasts o streams de fragmentos.


Formación de los humanistas y los científicos sociales
¿Debe el académico digital ser capaz de programar? ¿Debe ser capaz de gestionar la propia difusión del proyecto por vías no tradicionales de comunicación académica? ¿Imaginamos a un investigador en humanidades o en ciencias sociales con una formación en informática o en marketing? Sin duda la formación de los humanistas digitales, incluyendo de nuevo bajo este sintagma una visión amplia que incluye también a las ciencias sociales, se hace más compleja y transversal. Todos conocemos perfiles en nuestras universidades y centros de investigación que combinan este conjunto de saberes y competencias en principio heterodoxos desde la perspectiva de la concepción más cerrada de las carreras académicas que ha imperado hasta el momento.
Uno de los debates más recurrentes estriba en si el académico digital debería ser capaz de programar su propio software. Las posturas difieren, por ejemplo, Ramsay (2011) considera que programar debe ser un requisito básico, mientras que para Hayles (2012) bastaría con que el investigador fuera capaz de comunicarse de forma efectiva con los programadores o investigadores de perfil técnico. Para Juan Luis Suárez (2013), director del CulturePlex Lab en la University of Western Ontario, un currículo basado en Humanidades Digitales, debería perseguir los siguientes objetivos:

·         Alcanzar un alto nivel de alfabetización digital.
·         Desarrollar habilidades de programación mediante la realización de proyectos.
·         Fomentar la colaboración y la creatividad como formas de adaptar las prácticas humanísticas al entorno social.
·         Gestionar proyectos.
·         Comunicarse con la sociedad para alcanzar el mayor impacto posible.

Tal y como expone Suárez, el abordaje de las Ciencias Sociales y Humanidades Digitales por parte de los investigadores exige una formación que afronte no solo las competencias de programación, sino que también incluya habilidades comunicativas, capacidad de gestionar proyectos y una propuesta de alfabetización digital en un sentido amplio.

Generación colectiva de conocimiento
Las plataformas digitales empleadas en investigación permiten coordinar los esfuerzos de los académicos permitiendo un intercambio de información continuado y generando productos que son más sencillos de utilizar, más accesibles y más fáciles de buscar, compartir y explotar. De acuerdo con Burdick et al. (2012), el empleo de estos medios no es puramente instrumental, sino que afecta al modo en el que el conocimiento se genera, a su epistemología. Una de las características principales es la redefinición del concepto de autoría: la obra colectiva se impone frente a la concepción tradicional, especialmente marcada en las humanidades, del autor trabajando de forma aislada para crear un producto fruto principalmente de sus lecturas, inspiración y genio.

Wuchty et al. (2007) muestran evidencias de la existencia de un incremento apreciable a lo largo de las últimas cinco décadas en el número de artículos publicados por equipos de autores frente a autores solitarios. Esta tendencia a colaborar se ve reforzada por el empleo de medios tecnológicos que permiten agregar contribuciones de diversos autores.

El caso más claro y extremo que sirve de ilustración a la autoría colectiva es Wikipedia: cualquier contribución realizada por cualquier usuario se puede determinar con exactitud a través del historial que guarda el sistema, sin embargo; cada artículo es fruto en apariencia de una comunidad indeterminada, de un autor global. Ello no es posible únicamente por la existencia de un software que proporcione el conjunto de posibilidades adecuado, sino principalmente porque las licencias con las que se construye la enciclopedia responden a un modelo abierto que alienta la creación colectiva, en concreto, la licencia Creative Commons12 atribución, compartir igual. Este tipo de licencias está en la base de muchos proyectos colectivos y de las revistas de acceso abierto. Se pueden distinguir tres dimensiones principales en las que el trabajo del académico digital se ve afectado:

Acceso y procesamiento de la información: la suscripción a contenidos; la gestión de alertas; las recomendaciones sociales; la participación en redes sociales académicas; la curación de recursos; etc.
Generación de conocimiento: el empleo de wikis o documentos compartidos en la nube; puesta en práctica de valores de ciencia abierta y de e-Research; formas de innovación abierta; etc.
Diseminación del conocimiento: la publicación en revistas electrónicas; el empleo de repositorios abiertos; la aplicación de políticas de acceso abierto; la divulgación a través de blogs, vídeos o podcasts académicos; el establecimiento de conexiones en redes sociales; etc.

La generación colectiva de conocimiento, unida a la aplicación de políticas de acceso abierto contribuyen a fomentar la innovación abierta (Chesbrough, 2006).
CONCLUSIONES
Nadie deberá pensar que vamos a negar el gran avance que ha supuesto internet en numerosos aspectos. Desde el ámbito de la educación hasta el de la comunicación entre las personas y, por supuesto, en el periodismo. Especialmente, y ese logro nunca debemos olvidarlo, para terminar con la exclusividad informativa que tenían las grandes empresas. Hace veinte años no encontrábamos un medio donde colocar nuestra información; ahora lo difícil es conseguir que el medio pueda ser descubierto por lectores. En cualquier caso, una de las paradojas a las que nos enfrentamos ante las nuevas tecnologías, los modernos hábitos de la información y las redes sociales es que, por muchas críticas que les señalemos, no podemos mantenernos al margen porque nos veríamos barridos del panorama. Muy a nuestro pesar, nos vemos obligados a jugar en un terreno enemigo y empobrecedor, pero si no lo hiciéramos nos encontraríamos expulsados del juego directamente. Muchos autores, por mucho que renieguen de estas redes y formatos, se ven empujados a abrir una página en Facebook para que sus seguidores conozcan sus libros o su agenda de actos públicos; o bien deben crear una cuenta de Twitter.
Si alguien cree que con estas páginas pretendo que el lector abandone su tableta, sus redes sociales, su iPhone o cualquier otro artilugio de los cuales parece que reniego, se equivoca. Mi intención no es otra que adjuntar una especie de advertencia de efectos secundarios, peligros de sobredosis, medidas de prevención y recomendaciones para el buen uso.
Santiago Alba nos recuerda que no podemos escapar de este nuevo paradigma tecnológico, que tenemos que luchar desde él, pero conociendo qué conductas y qué percepciones nos impone cuando nos envuelve. Debemos intentar comprender <<quiénes somos y dónde nos movemos cuando tratamos de cambiar el mundo desde un medio -con un medio- del que nuestra mirada y nuestros dedos son de algún modo un producto. Con el producto que somos, tenemos que producir un nuevo mundo>>.
Considero que el usar los productos digitales, no es malo, lo dañino es que se ha enviado un mensaje de forma directa a los espectadores, que lean menos, que con la tecnología lo encuentras más rápido y lo haces en menos tiempo, sin importar si tal información es de buena calidad, o bien, no les importa hacer un análisis de la información que han encontrado. Actualmente los estudiantes solo copian y pegan un texto en Word, Excel o Power Point, sin saber usar las herramientas de estos programas de Office. Ni siquiera se dan un minuto para darle formato al texto o corregir las faltas ortográficas o gramaticales.
Esta evolución de la era digital (influencer), es lo que hoy en día ha generado el aumento de la apatía por la escritura y lectura en los adolescentes y jóvenes.


REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
Serrano, P. (2013). La Comunicación Jibarizada. Barcelona: Ediciones Península.
 Arcila, C., Piñuel, J.L. & Calderín, M. (2013). La e-investigación de la Comunicación: actitudes, herramientas y prácticas en investigadores iberoamericanos. Disponible en:http://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=40&articulo=40-2013-13
González Samé, H., & Romero Rodríguez, LM. (2017). L a investigación en América Latina: Un enfoque histórico. México: Aguaded.
Romero Frías, E., & Sánchez González, M. (2013). Ciencias Sociales y Humanidades Digitales: Técnicas, herramientas y experiencias de e-Research. México: CAC.
Arcila Calderón, C., & Calderín, M. (2015). Adopción de las TIC´S por parte de los investigadores en comunicación para la difusión científica y el análisis de datos. México: Aguaded.

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“Leer es, quizá, la capacidad intelectual más superior y maravillosa del hombre, porque es crear, es rescatar lo más profundo de nuestro pensamiento y de nuestra sensibilidad...” Sánchez, 1989